lunes, 8 de marzo de 2010

Esclavo de mi mismo

Si la luz del sol no cruzara cada día mi ventana, echándoseme encima y tirando de mis sabanas hasta despertarme, sería incapaz de abrir los ojos. Los latidos de mi corazón permanecen tan silenciosos por la noche, que mi pulso no llega siquiera a mis muñecas.
Me gustaría poder ser más positivo, no pensar siempre todas las cosas con la razón, y disfrutar más de lo que todo el mundo disfruta. ¡Mentira! Estoy tan a gusto con mi forma de ser que soy esclavo de ella. Pero mi esclavitud es extraña, porque soy yo el que no quiere escapar de lo coherente, de lo certero y evidente.
La verdad es que no considero una virtud la inteligencia, es más bien un castigo en este mundo en que vivimos. No hay lugar para las ideas, y por tanto tampoco para mí. Pero sigo atascado en mi postura, nadie me convence. Yo quiero seguir como soy, consciente de lo que me hace dudar de la palabra felicidad, y la palabra amor.
La cuestión es sencilla, yo sigo como soy, y vosotros también, por eso no avanzamos.

06-02-2010

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