viernes, 5 de marzo de 2010

Felicidad

En esta vida todo son decisiones. Lo que hacemos, lo que no hacemos. Lo que decimos, lo que nos callamos. Todo.

Pero, por desgracia, hay decisiones que no puedes tomar. Decisiones que sin saber porque, ya has tomado inconscientemente. Digamos que naces con ellas impuestas, y no puedes hacer nada para cambiarlas.

A mí me pasa, me doy cuenta cada día. Y me pregunto continuamente que elegiría si me dieran la opción de decidir. A menudo llego a la conclusión de que no cambiaría nada. Aunque admito, que no se si sería lo correcto.

Tengo claras varias cosas sobre este mundo, pero quizá una de las más importantes sea esta:

Aquí o eres consciente o feliz. Eso es una realidad. Es dura para algunos, como yo. Porque si naces consciente, no puedes conocer la otra parte. Y si, el que nace feliz tampoco puede conocer lo que yo estoy viviendo. Pero la diferencia es muy clara. Yo soy consciente de que no seré feliz, y ellos no lo son de lo que se pierden. Eso es lo que les da su felicidad. La ignorancia de lo que pasa a su alrededor.

Si no ves lo que pasa, no te preocupa. Nadie puede vivir tranquilo percatándose de tantas cosas. A veces imagino cómo será no ver nada. Pasear por un parque y no darte cuenta de que cuatro muchachos con mochilas están en ese banco fumando hierba en horas de clase, mientras sus padres se dejan los cuernos en sus trabajos de mierda para poder darles de comer cada día.

Estar en un autobús y no ver a esa niña que llora porque no puede tener cierta muñeca de cierta revista, mientras en otro lugar los niños se matan por un pedazo de pan rebozado en arena grisácea.

O ir a un bar y no percibir ese ambiente poco agradable que te envuelve, humo de cigarrillos mezclado con el hedor de las camisas sudadas de esos padres de familia que permanecen frente al televisor viendo a 22 hombres detrás de una pelota. Bebiendo alcohol sin parar y haciendo que un día mas sus mujeres los esperen cuidando de sus hijos y rezando porque no aparezcan borrachos como cada noche.

De verdad que lo imagino, y debe ser genial poder acostarte tranquilo, sin que pasen cientos de ideas por tu cabeza antes de conseguir coger el sueño. Sin que tus neuronas sean bombardeadas con imágenes de todo cuanto has visto. Como poco debe ser cómodo poder dormir con esa idea de felicidad.

Yo de todas formas hoy por hoy sigo convencido. Si hubiera tenido que decidir yo entre ser consciente o feliz, esta noche estaría aquí sentado escribiendo, y no en mi cama durmiendo plácidamente.

1 comentario:

  1. Es curioso, pero la mayoría de la gente elegiría ser feliz, al fin y al cabo viviendo en la ignorancia e inconsciencia uno no tiene que preguntarse nada, solamente creerse que ciertos patrones dictados por la sociedad (o no) son las claves para ser felices; y tienes que conseguirlos a toda costa y sin pararse a pensar si realmente los quieres o los necesitas de verdad.

    No entiendo cómo alguien puede preferir vivir en la ignorancia, no creo que existir sin cuestionarlo todo sea la solución o el remedio del dolor y del sufrimiento.

    Aún así, yo prefiero tener las retinas saturadas de imagenes y situaciones desagradables antes que cerrar los ojos por completo y creerme que así seré más feliz; o mejor dicho, menos consciente.

    ResponderEliminar