lunes, 15 de marzo de 2010

La camarera

Hoy al entrar a la cafetería en la que desayuno cada mañana me ha ocurrido algo verdaderamente extraño. Curioso más que extraño.
Entro caminando por la puerta de cristal de la que cuelga un pequeño cartel donde pone “abierto”, me acerco a la tercera mesa de la izquierda, por manía mas que nada, y a la vez que voy llegando hasta ella pido lo de siempre a la camarera. Es una mujer atractiva, pero no solo eso, es interesante, y también hermosa. Pero debo quitármela de la cabeza, no estoy a la altura, al fin y al cabo solo soy un tío simple, de los que ya no quedan; camino para ir al trabajo porque no tengo coche, vivo en un piso sin televisión, rodeado de libros y odio ir a sitios saturados de gente. En resumen, no soy para nada su tipo, eso seguro.
Volviendo a lo de antes, al llegar a la mesa me siento a esperar mi desayuno, todo parece como cada mañana, todo excepto un papel y un mechero que están sobre la mesa. Creo que alguien ha podido olvidarlos. Pero al fijarme, veo algo escrito en ese papel:
“Lo extraño provoca miedo, lo cercano confianza, pero no hay nada como algo que conoces sin llegar a subestimar. Haz caso a lo que digo porque solo tú puedes entenderlo, si no entiendes nada de lo que voy a decirte déjalo, no pienses en ello, solo olvídalo.
Ella no conoce a nadie como tú, eres raro, pero eso puede ser tu mejor ventaja. Acércate y se sincero, ingenioso y sobre todo, se tu mismo. No necesitas nada mas, con eso tendrás tu primera cita, después solo sigue haciendo lo mismo y tendrás algo más que una amiga.
Recuerda que lo más importante es que en ningún momento te sientas inseguro, a ti te gusta y a ella tú también, créeme.
Una última cosa, si la cosa no funciona, acaba con todo, cambia de cafetería y a otra cosa, no insistas porque la gente no cambia de idea tan fácilmente, y mucho menos en estos aspectos.
P.D. Hazte un favor a ti mismo, coge el mechero y pégale fuego a esta hoja.”
Mi cara de asombro debía ser digna de un cuadro, pero no sé porque me levante y fui a la barra. Pase un rato hablando con la camarera, y para mi sorpresa, conseguí esa primera cita.
Sinceramente no sé quien dejo esa hoja ahí, ni siquiera sabré nunca si era para mí, pero de lo que estoy seguro es que me sirvió, y puestos a pensar, lo mismo esa hoja no existía, aunque la recuerdo como si fuera real, pero hoy por hoy aun me lo pregunto, ¿De veras queme aquel papel?...

10-01-2010

1 comentario: